Nació en la hacienda de Pátapo(Chiclayo) se consideró un Piurano porque
la mayor parte de su vida la pasó en Piura; aunque en los años sesentas del
pasado siglo XX hubo confusión acerca de su cuna considerándose erróneamente
que fue en Chiclayo, pero él lo aclaró pues se consideraba el piurano de todos
los piuranos, pues en sus memorias que escribió en 1962 expresó: "Soy de
Piura, de una ciudad pomposamente radiante...". Y Piura lo consideró como
hijo predilecto. La recordó en muchas de sus obras. Entre ellas. "De Mi
Casona" refiriéndose al solar familiar en la Plaza Mayor de su natal San
Miguel de Piura.
Sus padres fueron: Manuel López Vilela y Manuela Albújar y Bravo.
Estudió en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe y en sus vacaciones
siempre viajaba a Piura. Estudió derecho en la Universidad de San Marcos.
Ejerció la carrera judicial que lo llevó por diversas regiones del
interior del país. Entre 1917 y 1923 fue juez de Huánuco, lo que le dio
material para escribir cuentos acerca de los indígenas de la zona.
Inicialmente escribió cuentos de carácter modernista y generalmente
fantásticos. En 1920, publicó "Cuentos Andinos", la primera obra
importante del indigenismo. En sus relatos, centrados en la vida de los
indígenas narraba muchas veces historias violentas, influido por el realismo, y
no exentos de prejuicios, dando a conocer al indio, como primer personaje, sin
el tratamiento paternalista como había ocurrido en el pasado, sino como
verdadero ser humano; resaltando sus virtudes, sus vicios y, sobre todo, su
humanidad.
Asimismo, publicó en 1924, "De mi casona", uno de sus más
hermosos libros narrando sus primeros
recuerdos. En 1928 la novela "Matalaché", de carácter
naturalista, sobre un tórrido romance entre una criolla y un esclavo durante la
Independencia del Perú.
Otras de sus obras son: "El hechizo de Tomaiquichua" en 1943
y "Nuevos cuentos andinos", en 1927. Tras haber sentado las bases del
indigenismo, en los años 1950, terminó escribiendo cuentos realistas de
temática urbana, que aparecen en su libro "Las caridades de la señora
Tordoya" (1955).
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